Por eso de que la confianza da asco, mejor guardar las distancias, con la comida no se juega.
Ahí va uno de ascensores.
Un señor bajito entra en un ascensor, detrás un enorme mulato de porte elegante y perfume caro.
Sin mediar palabra cada uno aprieta a su piso y en esto que al llegar al cuarto la luz se va y el ascensor se detiene.
Al cabo de un rato, ante la tensión que se respiraba en el pequeño ascensor, el señor de porte elegante extiende su mano hacia el menudito y le recita.
190 de estatura 120-90-100 de estatura y un miembro de 30 cm. cubano, Dante La Huerta.
Al escuchar esto el hombre menudo y verle con la mano extendida y abierta, se desmaya.
El hombre corpulento le da aire hasta que se recupera y el hombrecito al verlo tan cerca, tembloroso, le vuelve a preguntar.
Perdone, me puede repetir lo último que me ha dicho?
Que me llamo Dante la Huerta.
Ufff, no sabe el peso que me quita de encima, contesta el hombrecillo más tranquilo.
Saludos